lunes, 12 de noviembre de 2012

Alejandro Pidello - Las alas de Ángela



 Ángela

Ángela tiene alas especiales,
            como de ángel









Fatal Ángela
A mí estas estrellas me llevan la muerte - pensaste -
parada como chica de la nouvelle vague
en esta calle Monseñor Cabrera en el cruce con Juan XXIII, como que de más
de tanto repulgue en la vida católica
o con más de insectos insecticidas
que de bendición papal.
A mí, que amé el mundo
me volaban tus zapatos rojos con tacos finitos
o infinitos si se tomaban en la escala de los premios de familia
con viejas palabras como burguesa
llena de fruta de esperanto
y de nafta.
A mí también, estas estrellas me piensatizan la muerte
de las vidas
de los sistemas de signos como tu escritura cuando te pesabas desnuda
o del alfabeto sarcástico de los sordomudos.
A mí, me hacen la muerte
como murió Fellini de desasosiego en las esperas,
de turbulencias en el perfume de la oculta magia de la materia sublime.

*

Billy y Ángela
Yo seré de las ángelas que mueran mirando estas estrellas
cuando dejen de ser ángelas.
De las que sigan amando el camino de los perfumes de estas hojitas salvajes
cuando sean polvo de ángelas enamoradas, o sea
seres alados de Quevedo
y corran de lugar ciertas estrellas
en circuitos misteriosos e invisibles
en intervalos difíciles de tiempo.
Yo
estaré colgada en varios lugares del cielo
con pezones erectos por tanta seducción
ejecutada en esta tierra,
estaré con ellas Angelis fabricando cópulas en cúpulas
como efímeros taxis bajo nubes de piedras incandescentes y diminutas
y jóvenes como Rimbaud en sus campanarios.
Yo seré el tiempo y la pregunta sobre la pregunta
cuando esta noche esté fija
para siempre
y los amigos lleguen en autos o carrozas agitadas por caballos lustrosos
de eternidad,
Billy.

*

La vigilancia amorosa de Ángela
Le voy a escribir a Gardel
- es sutilizar ángelas –
o es una Ángela sutilizada
es la chica de la inmersión
es como la metonimia
que da ganas de ideas.
Satori es sacudida
sobrecogimiento japonés que atraviesa bruscamente al discípulo Barthes del alma! para el objetivo irreverente de Bernard Foucon.
Siete noches seguidas
sin luz de Provence
solo esta nieve anclada en París
en Marais
en la rué Saint Martin, antes que San Martín y Gardel
ni Cadícamo!
en el fervor de los balcones.
Ángela,
otra vez tu ropita rusa significante
como parte de tu signo
de alas
en la lluvia tendida sobre Beaubourg en tu vuelo.

*

Las alas de Ángela
Ángela es giganta, larga, bella
justa erovisión de Luc Besson.
Pero nosotros paseamos con Andra, como una Ángela muy pequeña por el borde
de sus pechos.
La curiositá é una brutta bestia cantaba
y medía cuando podía la propagación de ciertos fenómenos italianos.
Y el puente nos llevó a todos,
los frutos de esa estación de los trenes amargos y los mosquitos.
Y el modelo de la carretera tipo París-Texas de Wenders.
Y el sol estaba gris,
como las miradas que presagiaban las distantes tormentas en la eternidad
donde nunca la piel tocada se repite.
Sus pelos cortos que crecían sin propuestas aparentes,
siempre presagiaban su boca de sonrisa arriba
la luna estaba negra como si fuera posible semejante construcción de misterio aunque estaba también evitando
perseverando
la eternidad del despegue.
Y su perfume, fue siempre un canto de yuyos
exóticos,
una especie de Tourandot dentro del aire expirado de Cecilia Bartoli
y su saliva a la justa medida
de todos los ángeles, como una previsible
e imprescindible
Ángela.

*



La filmografía de Ángela


Con los ángeles la lengua adquiría una particular importancia: debían expresarse en un lenguaje poético (Traducción: Carlos Italiano)




*
El camino de noche
El silencio en los espejos recolocados
en los itinerarios de Ingrid - en
los páramos nocturnos - en la hora de la loca caída de los ángeles en –
tre los árboles de sombras negras
vueltos combustible desesperado. Combustible o Merlot tu
cepaje de artilugios o de artefactos
tu question
the rocks o más bien on the Stones el antihielo
cortando neumáticos como tenedores, tu
regreso justo
para las comidas de la salutación o salvación
voy conduciendo como un vuelo
sinuoso
sin ruidos solo con vientos de autonomía

*

El mundo
Morder mariscos desnuda al borde del balcón sobre los arcos del Pont Neuf
o con una bandera roja en el techo de la Sammaritaine
y preguntar sobre el destino de un batallón
perdido de Napoleón.
Como por arte de mago salté vestido de alma negra
-    pongamos otra música -
la del ángel del misterio de la guarda del mundo
-  vos querés? -
-   vos crees? -
en esas cortinas de agua que hacen de esas casas una pintura
          en la costa izquierda, o una guache
Guandra
sentada en una silla, tu cuerpo silba sibila inmóvil
aunque ojos de dinamita te desvestían por todas partes
casi allí comenzaron nuestras lluvias, bajo ese puente con
         el sol de Binoche.
Hace frío, los otros están en invierno.

*

El expreso de Novara
La fotos son huellas
de ropas, perfumes, ojos naranjas
La foto es un carro de tinta indeleble de pieles que no existen y de poemas recitados en pueblos mínimos de Italia.
La foto recuerda moja tu aliento de laurel y hembra boreal
pegando magos a tus pelos duros
trae el rictus de tu fuga alpina tiene fuerza de tranvía, como metáfora de metales desbocados.
Las telas guardadas que trepaban pudorosas tu cuello e ilustraban
los rezos atemporales o inmortales de la humanidad,
mezclaban los colores de humo del amanecer sombrío del invierno de 1906 con las palabras florales de tus piernas de leyenda
salpicadas de vinos para carnes festivas y aromáticas,
para mantener las palabras repetidas desestabilizantes
en un carro negro sobre la nieve
- adórame ángel -

*

El Camino de los Argumentos*










* Cada argumentum era como un mensajero de Ángela que construía una motivación para promover o proponer una determinada acción. Se incluyen cinco decires a título de ejemplo.


*
(decir del tercer argumentum)
Aeropuerto de España; espacio de fumadores en tránsito/ Me cruza por cuarta vez una mujer rubia-marrón de unos 30 años; nos sonreímos por la cuarta vez/ Este aeropuerto se destaca por los controles anti-todo/ Me vuelo con Enki Bilal y Kosovo y el coche en el mar: trenes llenos de animales viajando por el norte de Africa/ Imagen de la Plaza Wilson el domingo a la mañana, el olor a pollo asado, los vendedores de zapatos usados/ Vuelvo a ver a la mujer, de lejos, va para Argelia.


Place Wilson
El humo de tus pies vistos en otras guerras
imaginados en bordes de aeropuertos.
La cuarta vez que vi tus idas recogidas para escaladas,
       fumabas en tránsito,
inmutables tus ojos me barrían o untaban
como un reflector de las guerras de Enki Bilal
           en las moradas del silencio gris del este,
   entre siluetas,
y silbidos de Kosovo.
La sentía venir. La detenía el mercado movido de verduras
           y pollos picantes con humo
de la Place Wilson o en sus decadentes amontonamientos
laterales de inútiles objetos de comercio.
Desapareciste, inexplicada - gritos y gritos, santos, algerías –
Desde donde volverás como aparecida fumadora?
desnuda para algunos
con un Panter blue para cortar el color aromático
        de tu cara de canela turbada,
para llenar de humo tu cuerpo caliente de eternidad local
y de eternidad en general.


*

(decir del quinto argumentum)
Mi amor que en París enloqueció a Quevedo
La boca de Quevedo cuando vio a Ofelia
por la boca abierta de la ventana siete
cuando el perfume la envolvía desnuda y muda
y pintaba.

Córrete Quevedo
No ves que tapás el canto cuando Ofelia pinta?

Le sale el alma negra tinta
-  pinta tinta su color de pubis –
La calle de carruajes, sin luz ni tiempo,
es la mirada despojada de una curiosa niña
en un río de vellos con perfume
y afiebrados
-  además con una mano que además
       pinta - niña - pinta
Dicen que el pájaro pescador es un alcedo
que vuela rasante sobre la mirada –
regard
de Ofelia
cara del ángel
exterminador
extraordinario
que pudo ver Quevedo - caras
y/ o caritas –
gracias a mí,
en París, por esta pequeña ventana - de
amiguita -

*

Mi amor que en París enloqueció a Quevedo
Allí estás sobre la ventana siete,
al lado, Ofelia que está desnuda
perfumada - además - parada y muda
Quevedo, por favor mirá y correte.

Cae casi un canto cuando Ofelia pinta
es atávico - ¿no lo cree Maestro?
y cual no será el espanto nuestro
si su alma tiene color de tinta!.

Pasan dos carruajes y una niñita
que mira mas que el pubis, Quevedo
«tanto vello por techo de casita!».

La Ofelia vuelve como gata altita
o como género llamado alcedo
y da vuelta su cara y/o carita.

Alejandro Pidello - Obras publicadas: Los colores del salón de lectura (Ediciones La Cachimba, Rosario, 1973); El Diablo in albis (Libros de Alejandría, Buenos Aires, 1997), y Estación de animales buenos (Papeles de Boulevard, Rosario, 2007; Premio Provincial trienal de Poesía "José Pedroni" 2009). Las alas de Ángela, (Papeles del Boulevard), Rosario, 2011.


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